
Esta práctica consiste en el intento de someter el caballo a la fuerza del hombre; objetivo pocas veces logrado, puesto que en la mayoría de las ocasiones el caballo acaba deshaciéndose del jinete que trata de mantenerse a toda costa encima. El ganador es quien más tiempo ha logrado mantenerse a lomos del caballo.

El maltrato no se produce únicamente en el rodeo a ojos de los espectadores, sino de forma previa a su salida. Para conseguir que el caballo salga lo más encabritado posible se le golpea, se le tira agua fría e incluso se le aplican descargas eléctricas con picana. Además se le mantiene con capucha hasta su salida para provocarle desorientación y nerviosismo. Siendo el caballo un animal extremadamente sensible, todas estas prácticas le someten a un gran estrés que muchas veces acaban provocando que ese caballo se vuelva inestable y nervioso. La mayoría de las organizaciones por los derechos de los animales están rotundamente en contra de esta práctica.
LA DOMA NATURAL. La doma de caballo pierde todo su sentido al ser violenta, por la fuerza, provocando nerviosismo, desorientación y miedo en el animal en vez de tranquilizarlo, serenarlo y conseguir su doma. La verdadera doma no debería implicar dolor.
Como alternativa, la doma natural o comunicativa implica un profundo conocimiento de la psicología del caballo, consiguiendo un equilibrio tanto físico como psicológico del animal, consiguiendo animales confiados y sin resistencia al trabajo y al contacto con humanos e incluso ayudando a recuperar animales que han sufrido malos tratos y traumas en el pasado.